lunes, julio 30, 2007

La Argentina hoy, un país europeo (por los precios)


El rubro indumentaria es el que más sorprende en cuanto a precios. Una camisa sport cuesta 10 euros en Italia ($ 44) y una similar en la Argentina vale $ 160. Lo mismo se repite en otras prendas.
Nadie puede negar que a partir de la devaluación la Argentina se convirtió en un país barato, pero para los extranjeros. El boom turístico es una muestra de eso. Miles de personas llegan todos los años beneficiados por un tipo de cambio favorable para disfrutar de las bellezas naturales del país y arrasar, de paso, con la famosa carne argentina, prendas de cuero, calzado y otras tantas cosas.

En cambio, el éxodo de argentinos que sorprendió al mundo en los 90 se diluyó en el doloroso paso del 1 a 1 al 3 a 1 y hasta países vecinos como Bolivia o Paraguay resultaron prohibitivos para los bolsillos locales.

Sin embargo, la suba de precios internos en los últimos meses, insólitas medidas proteccionistas y la falta de práctica de producir más para bajar precios generan algunas sorpresas.

Pese a la explosión del euro (la relación actual es de 4,4 pesos por cada euro), hay nichos comerciales en Europa que aún para los argentinos pueden resultar más que accesibles. Lo que demuestra que en el mercado interno hay precios increíblemente elevados teniendo en cuenta los niveles de ingresos promedio de la población.

Una recorrida por negocios de Italia (un país que está lejos de ubicarse entre los más económicos del Viejo Continente) confirman esa situación. Veamos algunos ejemplos:

La indumentaria es uno de los rubros en donde más sorpresas se encuentran. Una camisa sport, que en la Argentina cuesta $ 160. se puede conseguir hoy en Italia a 10 euros ($ 44). Es cierto que éste es el precio de liquidación de temporada (con rebajas de 50%) pero si se lo compara con el valor pleno el costo es de 20 euros ($ 88), es decir la mitad de precio que debe pagar aquí un consumidor argentino que, obviamente, tiene sus ingresos en pesos. En cuanto a la calidad, las dos camisas fueron compradas en comercios de primera línea. En el caso de prenda italiana, el comercio estaba ubicado en la coqueta Via Roma de Torino mientras que la versión porteña es de un comercio de un shopping bonaerense. La diferencia puede encontrarse en el origen. La italiana fue confeccionada en el sudeste asiático (75% algodón y 25% poliester), mientras que la otra es de producción argentina (100% algodón). Pero si se compra una camisa «made in Italy», el precio puede subir 15 euros (66 pesos). Más allá de estos detalles, no parece justificable semejante diferencia.

Otro caso curioso es el de las corbatas. Y aquí no hay excusa de origen ya que la comparación se realiza con productos de confección italiana de 100% seda. En comercios próximos a Milán se consiguen a partir de 8 euros ($ 35). En la Argentina, corbatas de similar calidad no bajan de $ 70 y pueden llegar hasta $ 140.

Situaciones similares se repiten en casi todo el rubro de indumentaria con remeras a 5 euros ($ 22), jeans a menos de 15 euros (menos de $ 70) y vestidos de mujer desde 10 euros ($ 44).

Pero las sorpresas no se encuentran sólo en este rubro. Si bien comer en restoranes es realmente caro (ahí se siente la relación 4 a 1), los precios de alimentos en los supermercados italianos no se alejan de sus colegas argentinos (y hay que insistir que allí los ingresos son en euros).

El medio litro del reconocido aceite de oliva italiano vale alrededor de 5 euros ($ 22), lo mismo que cuesta en los comercios argentinos la misma cantidad de producto de una marca que no es de las más caras. Los famosos tallarines italianos (pasta seca de 500 gramos de primera línea) se consiguen por 0,80 de euro ($ 3,5) en un supermercado de Torino. En la Argentina, también una marca de primera línea (de las más conocidas), ronda ese precio.

En el rubro de los quesos, por ejemplo, (otra especialidad italiana) se repite la situación: los argentinos pagan lo mismo que un consumidor italiano. La variedad Reggiano-Parmigiano se consigue en un supermercado argentino a $ 50 el kilo, equivalente a los 12 euros que se paga en los comercios de la ciudad de Bérgamo, a pocos kilómetros de Milán.

Pero no todo se limita a los alimentos y la indumentaria. En el rubro electrónico la sorpresa es mayor. Un plasma de 42" vale 800 euros ($ 3.500) mientras que en la Argentina no baja de $ 7.000. Incluso en algunos casos de ofertas especiales el mismo producto en Italia se vende a sólo 500 euros. ¿Se imagina poder comprar en la Argentina un plasma de 42" por menos de $ 2.000?

La misma diferencia se repite con las computadoras, cámaras fotográficas, impresoras, etc. Y en muchos de estos casos no se puede argumentar ningún tipo de proteccionismo ya que son productos que no se fabrican en el país.

Otro caso llamativo son los autos. Si sorprende recorrer Europa y ver un parque automotor renovado se debe también a los valores de los 0 km. En Italia se pueden conseguir autos desde 7.000 euros (como el Fiat Panda).

Teniendo en cuenta un ingreso de 3.000 euros que puede tener un empleado calificado necesita para comprarlo 2,3 sueldos. En la Argentina, el Volkswagen Gol -que es el más vendido- parte de un valor de $ 27.000. Para un salario de $ 3.000, esto significa destinar 9 sueldos. ¿Hay diferencia?